Acompañó a 15 primeros ministros del Reino Unido, vivió el liderazgo de 7 papas, Isabel II, la monarca británica con el reinado más largo de la historia, 70 años como símbolo de unidad del pueblo británico, hoy culmina una era.
Nacida en 1926, Isabel era la hija del segundo hijo del rey Jorge V y tenía pocas expectativas de suceder en el trono hasta que su tío, el rey Eduardo VIII, abdicó en 1936 para casarse con la socialité estadounidense divorciada Wallis Simpson. Después de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, Isabel, de 25 años, fue llamada a asumir el trono, comenzando un reinado que transformó por completo la historia del pueblo británico. Recordando sus grandes hitos en la historia recordamos que en medio de una década marcada por cambios sociales y políticos luego de la Segunda Guerra Mundial, Isabel se instaló en su papel de reina, desarrolló un estrecho vínculo con el primer ministro Winston Churchill (el primero de los 15 primeros ministros con los que trabajaría durante su reinado), superó un desastre de asuntos exteriores en la crisis de Suez de 1956 y realizó numerosos viajes de Estado al exterior. Entre ellos en 1965 la reina visitó la entonces República Federal de Alemania para simbolizar la reconciliación entre los dos países y reconocer el resurgimiento de Alemania como potencia en Europa y en el escenario mundial. A finales de 1984, el gobierno de la primera ministra Margaret Thatcher acordó devolver la soberanía sobre Hong Kong a China, y en 1986, Isabel se convirtió en la primera monarca británica en visitar China continental. La Reina Isabel ha presidido lo que ha sido la transición del entonces Imperio Británico y el surgimiento de la globalización. Ella ha anclado al país a través de la incertidumbre y los propios dramas de la familia real.
A diferencia de los periodos presidenciales de la República Dominicana, exceptuando casos como los 12 años de Balaguer, las monarquías permiten que grandes períodos de tiempo se entrelacen con un individuo. Esta Era de Isabel será recordada como un reinado de declive nacional ininterrumpido, observando la desintegración del Imperio y la creación de la Commonwealth, la adhesión del Reino Unido a la Unión Europea y su salida, la importancia de las relaciones públicas en la permanencia de la monarquía.
Para muchos la monarquía existe como teatro, para otros símbolo de unidad y permanencia nacional. Pero el punto de la monarquía no es responder a tales preguntas, que existan es parte de la composición de una nación. Estos recursos decorativos diría Carl Jung fueron hechos para adornar una tradición, el poder legítimo y lo que se entenderían como valores sociales. Teniendo un papel fundamental en el desarrollo de una comprensión del mensaje de la mente inconsciente. Evocando finalmente un sentimiento de unidad en aquellos que a través del poder reflejan ese concepto y de un pueblo que respeta sus símbolos.
De lo que no nos queda duda es la entrega de su vida al servicio desinteresado de la nación británica. La Reina Isabel II ha presidido como madre de una nación una familia de 2,600 millones de personas de cincuenta y cuatro países de los seis continentes. Su muerte marcará el fin de una era en la historia del Reino Unido, y el mundo se pausa para ser testigos de la culminación de uno de los capítulos más interesantes de la historia.
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