El Mitin
Apoya El Mitin

Cuando ya no quede nadie

Cuando ya no quede nadie

Luego de los horrores del Holocausto, cometidos por los gobiernos fascistas de Alemania y sus aliados contra millones de judíos, comunistas y otros sectores de la izquierda política, personas LGBT, gitanos, discapacitados físicos y mentales, y prisioneros de guerra soviéticos; el pastor alemán Martín Niemöller escribió el siguiente poema: 

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar”.

Considero valioso rescatar esta frase ante los últimos eventos ocurridos en nuestra sociedad. Primero, en el municipio de Partido de la provincia de Dajabón, donde las autoridades locales tuvieron que sacar a menores de edad del centro educativo  para salvaguardar su integridad debido a que los moradores de la comunidad, amenazaron con sacar a todos los indocumentados. Y segundo, ante una reciente manifestación política (de la cual me reservaré el nombre para evitar su proliferación) a favor de la “familia dominicana” y contra la “ideología de género”; a raíz de la resolución 0000002, sobre manejo de los casos que involucren poblaciones vulnerables ante la violación de sus derechos, de la Procuraduría General (PGR). Si bien estos hechos parecen aislados e insignificantes, lo mismo parecía el Partido Nazi en Alemania, hace exactamente un siglo.

Por lo tanto, ante estos condenables hechos, es importante aprender de la lección histórica del pastor Niemöller, y dejar constancia de que no esperamos a que fuera demasiado tarde para alzar nuestra voz. Al igual que hace cinco siglos lo hizo Montesino y los dominicos, marcando la génesis de los derechos humanos, nuevamente reclamamos: 

“¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? 

Recordadas estas palabras sacras, hay que recalcarle a la sociedad dominicana que: los derechos no son un juego de “suma cero”, donde les quitamos a unos para darles a otros. Pero, paradójicamente, si es uno donde: “si les quitamos a unos, perdemos todos”.  Por lo tanto, debemos de mostrarnos escépticos sobre las intenciones de individuos o grupos, que están o pretenden estar en posiciones de poder político, mediante la proliferación de un discurso simplista sobre nuestras complejas realidades sociales que pretende eliminar el acceso a los derechos de uno o varios grupos de personas.  Inclusive, debemos cuestionarnos los momentos en los que surgen estos temas, y las intenciones perversas que pueden existir detrás de estos discursos que desvían la atención pública de los problemas que nos afectan como colectivo. 

Dicho esto: 

1) Garantizar el acceso universal a la educación primaria y secundaria a todas las personas en nuestro territorio, NO HARÁ que nuestro sistema educativo colapse ni que los estudiantes dominicanos sean desplazados; y no existe ninguna estadística que sustente este argumento. 

2) Priorizar las investigaciones que involucren a personas que, por razón de su edad, orientación o identidad de género, estado físico o mental, o por circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran dificultades para ejercer a plenitud los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico, NO AFECTARÁ los derechos constitucionales de los funcionarios públicos. 

Queremos ser un país “desarrollado” pero sin los derechos que tienen los países desarrollados; y no acabamos de entender que el desarrollo económico sin garantías de derechos universales es insostenible. No obstante, repetidamente tropezamos con la falacia histórica de que lo que necesitamos es “mano dura”, cayendo en dictaduras y gobiernos autoritarios en los que todos terminamos perdiendo nuestros derechos. 

Entonces, aspiro a que eventualmente aprenderemos de las múltiples lecciones que la historia nos ha puesto en el camino, y trabajaremos para construir una sociedad con garantía de derechos, donde todos/as/es podamos: 

•Recurrir al amparo gubernamental cuando seamos víctimas de abuso, violencia, y/o discriminación;

•Acceder dignamente a servicios públicos y privados especializados y de calidad;

•Celebra la diversidad de condiciones y circunstancias que enriquecen nuestra sociedad;

•Participar activamente en los procesos políticos y en los espacios de toma de decisiones.

En fin, una sociedad donde finalmente dejemos de utilizar nuestras diferencias como carnada política para desviar la atención pública de los verdaderos enemigos de la “familia dominicana”: la corrupción, la inseguridad y la desigualdad social.

Lo que dice la gente

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments