La eficiente recogida de desechos sólidos ha sido históricamente una de las principales promesas electorales de los actores municipales, tanto alcaldes como regidores. Lo prometen porque la basura es personaje protagónico de la realidad cotidiana del dominicano de a pie y hasta del que transita en yipeta de vidrios tintados. Lo reclama todo el mundo independientemente de estatus socioeconómico y también lo contempla el marco legal. La Ley 176-07 del Distrito Nacional y los municipios—en su artículo 19 sobre competencias propias del ayuntamiento—exige que estos provean “servicios de limpieza y ornato público, recolección, tratamiento y disposición final de residuos sólidos”. Sin embargo, estas promesas se añaden a la desesperanza de la gente cada vez que una gestión municipal culmina con los mismos problemas: calles abarrotadas de basura, problemas respiratorios en barrios aledaños a vertederos incendiados, animales vectores de enfermedades, contaminación de fuentes de agua, y la lista continúa.
La segunda mitad del 2016 marca una ruptura importante de esta tradición en Santiago de los Caballeros cuando tras el triunfo del líder peledeísta Abel Martínez, él declarara el municipio en emergencia sanitaria y se comenzaran a presenciar cambios que lo catapultarían como el alcalde responsable de devolver a Santiago el título de “la ciudad más limpia de República Dominicana”. Su equipo de campaña eligió como lema “Es tiempo de vivir en orden”, lo que resultó una dicotomía frente a la contaminación visual y sonora de una campaña estridente, acompañada de música urbana, de vallas gigantes, carteles en muros y postes, caravanas constantes y guagüitas anunciadoras. Cualquier malestar que pudieron haber causado tanto el gasto millonario del erario público en publicidad de quien fue presidente de la Cámara de Diputados como las interrupciones a la vida normal durante campaña fue seguido por amnesia colectiva y luego adulación.
Las decisiones tomadas durante estos casi cuatro años han hecho de Santiago una referencia en materia de manejo de residuos sólidos. Y es que junto al incremento mundial de desechos municipales—actualmente 2 billones de toneladas anuales según una publicación del Banco Mundial—como resultado del aumento poblacional y desarrollo económico, la basura se ha convertido en un tema en boga en República Dominicana. ¿Qué medidas impulsaron un cambio tan drástico en un tiempo tan corto?
1. Expulsión de buhoneros de aceras y calles:
Todos los comerciantes informales que llevaban años y algunos décadas operando en aceras y terrenos baldíos fueron desalojadas como parte del plan de la Alcaldía de recuperar los espacios públicos. En el 2017 el Ayuntamiento de Santiago, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Procuraduría de Medio Ambiente, Plan Estratégico de Santiago y otras instituciones anunciaron en nota de prensa el “desalojo masivo para devolverle a los transeúntes los espacios que otros disfrutan para su provecho particular” luego de agotado el plazo de 30 días para desocupar aceras.
La resistencia de los vendedores que no acataron las medidas fue confrontada por brigadas policiales que recurrieron a agresiones verbales y físicas e incautación de mercancía. Esto resultó en fuertes enfrentamientos entre la Alcaldía y buhoneros y en una situación de caos generalizado que se propagó en el centro histórico y otras zonas de la ciudad. En este momento Abel Martínez dijo a periodistas: “El que quiera que grite, el que quiera que llore, el que quiera que queme gomas pero seguiremos de manera inalterable ordenando a Santiago.” Los trabajos de desalojo y desmonte de casetas continúan hoy, provocando las mismas reacciones de protesta del sector afectado mientras que cuenta con el apoyo del sector empresarial y público en general. Los comerciantes de la “pulga” en Pueblo Nuevo fueron reubicados y el Mercado de Pekín está en terminación mientras que la mayoría de los desalojados se han ido a casa sin una solución a su medio de vida.
2. Salida de la crisis de recolección:
Bajo la nueva alcaldía la recogida de basura se hace de forma más frecuente y organizada, con rutas y horarios publicados en la página web oficial con el propósito de que las usuarios saquen la basura los días correspondientes. Funcionan también brigadas de barrido y recolección responsabilidad de la Dirección de Limpieza Pública que recogen la basura en las avenidas principales y se ven en las calles propiamente uniformadas.
Los servicios de contratación privada con empresas recolectoras de basura se veían afectadas por el mal manejo del vertedero e incapacitadas de recoger la basura durante épocas de crisis en el vertedero. Esto saca a relucir el punto más importante de la gestión de residuos sólidos: la necesidad de un abordaje holístico e integral, apostando a un solo proceso continuo y no a procesos independientes uno del otro. Esto fue entendido desde el inicio por la gestión actual que buscó soluciones simultáneas tanto a la recolección de desechos como a su disposición.
Hoy en día la recolección está a cargo de tres compañías: Urbaluz, Comlursa y Conwaste, supervisadas por doce gestores en el territorio que garantizan el cumplimiento de los contratos. Este proceso es apoyado por el Ayuntamiento, quien adquirió en el 2017 una nueva flotilla de quince camiones compactadores que luego fueron decorados con colores brillantes e imágenes románticas alegóricas al dominicanismo.
3. Alianza público-privada para la disposición final:
En el 2011, cuando la Alcaldía de Santiago estaba liderada por Gilberto Serulle, una compañía norteamericana—Green Wheels Dominicana—fue otorgada una licitación internacional para la conversión de los desechos sólidos del municipio en energía. Ante la falta de viabilidad técnica y financiera para concretar este proyecto, el contrato fue ‘concedido’ a la compañía dominicana Cilpen Global, presidida por Neney Cabrera, quien también es miembro del comité ejecutivo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). En 2017, Abel Martínez se apodera del nuevo proyecto y lo pone oficialmente en operación, pasando la página y dejando impune posibles irregularidades en los contratos. Las alianzas público-privadas—la panacea que predican muchos como la solución a la ineficiencia de los servicios públicos—deben tomarse con pinzas como en este caso. En un contexto de falta de regulación efectiva y proliferación de los políticos-empresarios, estas alianzas pueden esconder amiguismos e inobservancia al debido proceso.
Los procesos de disposición final únicos en el país y actualmente abiertos en el vertedero de Rafey son los siguientes: (1) Mediante método de área—esparcimiento y compactación de la basura—la compañía ha podido recuperar terrenos que habían sido negativamente impactados por las montañas de basura del antiguo vertedero a cielo abierto. Al mismo tiempo se organizan visitas de grupos corporativos, escuelas y personalidades públicas en jornadas de reforestación, lo que le ha provisto marketing gratuito y es una de las razones principales por la cual se ha corrido la voz sobre su trabajo. (2) Existe el tratamiento biológico de lixiviados mediante lagunas aireadas, lo que reduce el impacto ambiental al suelo del vertedero y evita la escorrentía hacia el Río Yaque del Norte. (3) Otros métodos de recuperación incluyen el reciclaje del 7% de los desechos—una cantidad modesta pero que representa una mejora en la—, producción de combustibles derivados de residuos (CDR) para su comercialización en la industria cementera, incineración de desechos tóxicos, producción de mejorador de suelo con material orgánico y la conversión de neumáticos en combustible vía pirólisis.
Otra de las acciones tomadas ha sido el programa “Apadrina un parque” donde el remozamiento de un número de parques de la ciudad han sido financiados por empresas privadas. El vertedero ha pasado de ser la vergüenza de la ciudad al top de la lista de lugares que visitar en Santiago. El público en general ha valorado estos avances de forma positiva. Es común escuchar personas que primero se desligan de cualquier bandería política con frases como “Yo no soy peledeísta pero..” y luego reconocen al actual alcalde como el mejor del país. El “orgullo Santiaguero” luego de limpia la ciudad está a la orden del día.
“¿Cuál es el truco?”, se preguntarán muchos. La conjugación entre la voluntad política de solucionar el problema de los desechos y un poder político avasallante, sin reparo al diálogo democrático o al debido proceso ha permitido que el candidato a la reelección Abel Martínez pueda mostrar resultados rápidos. Tanto la expulsión de los buhoneros de las calles como la contratación de recogida de basura de parte de Comlursa y la disposición final de desechos han sido decisiones administrativas de la Alcaldía, valiéndose de una declaratoria de emergencia con fecha 16 de agosto del 2016 que le confirieron poderes especiales legalmente reservados al pleno del concejo edilicio.
Este tipo de política es la que predican los creyentes en el autoritarismo como la forma más efectiva de gobernar. Aquellos que acusan a la democracia de demasiado lenta e innecesaria. Aquellos que se equivocan citando a Maquiavelo con “el fin justifica los medios”, cuando esta frase no aparece en ningún lugar de “El Príncipe”. Aquellos que piensan que la necesidad de “orden” es hoy tan imperante que no importan las formas y los que no se cuestionan las implicaciones para el futuro democrático de la ciudad. Pero no importa porque Santiago está limpio.
Glosario:
Lixiviados: líquido producto de lluvias o el alto contenido de humedad de los desechos sólidos que drena, llevando consigo contaminantes y presentando un peligro para el subsuelo y aguas subterráneas
Escorrentía: agua que corre por la superficie de un terreno
Pirólisis: descomposición térmica de materiales orgánicos a altas temperaturas en ausencia de oxígeno. Proviene de los términos griegos ‘pyro’ o fuego y ‘lysis’ o disolución. Este proceso produce gases combustibles y carbón.
El orden no conoce a la democracia. En los paises ordenados fue a la.fuerza y con multas no con diálogo.