La diversidad es un tema interesante de abordar, pueden existir distintas opiniones dependiendo del área donde se observa una particularidad, pero eso es parte de la magia que esta palabra trae consigo y que nos lleva a este análisis.
El término diversidad, se refiere a la diferencia o a la distinción entre personas, animales o cosas, a la variedad, a la infinidad o a la abundancia de cosas diferentes, a la desemejanza, a la disparidad o a la multiplicidad.
De esto podemos decir que la diversidad es parte esencial del universo, que la naturaleza en sí busca tener elementos distintos que coexisten en una armonía singular donde uno y otro se complementan. Esto no es una casualidad y es que en las diferencias podemos encontrar un balance natural.
Sin embargo, la diversidad no se limita solamente a lo definido en párrafos anteriores, sino que la misma ostenta subdivisiones que implican distintas maneras de afrontar esta temática. Por ende, existen ejes que tratan la diversidad humana, étnica, lingüística, biológica, sexual y funcional.
Como se observa, el asunto es más complejo de lo que parece, pues en las diferencias encontramos nuevas maneras de clasificar y reclasificar los estereotipos sociales en los que vivimos en la actualidad. De la clasificación anterior debemos de resaltar la diversidad humana, es una tarea titánica de la política, el mercadeo y las ventas, el tratar de conquistar públicos distintos, esto se traduce por igual a la generación de políticas públicas las cuales tienen como objetivo mejorar la vida de ciertos segmentos poblacionales.
Un ejemplo sobre la importancia de la diversidad podemos encontrarlo en la Biblia, libro de grandes enseñanzas donde a pesar de la creencia religiosa que podamos practicar vale la pena referenciar, este es la Torre de Babel.
Esta historia narra cómo Dios a través de su sabiduría, da una lección al hombre sobre la diversificación. Según la mención en el Génesis, la humanidad quedó casi extinta después de que ocurriese el diluvio universal, fue gracias a la visión otorgada por Dios que Noé construyó un Arca donde ¨solamente sobrevivieron los integrantes de su familia¨. Sus descendientes, como únicos seres humanos del planeta, se desplazaron hasta una llanura llamada Senar (Babilonia hoy en día). Debido a estas circunstancias todos hablaban el mismo idioma, y estos en su afán de no volver a vivir una experiencia traumática como el diluvio, deciden construir una torre que llegara al cielo llamada la Torre de Babel. Dios, al observar la edificación, decide que los habitantes hablarán diferentes lenguas y así estos abandonaron la construcción al no poder entenderse y se esparcieron por toda la Tierra.
De lo anterior se puede reflexionar, que fue quizás la primera vez que se habló sobre el equilibrio de poderes, lejos de Dios permitir que una fuerza en este caso unida por el miedo, construyera una edificación para alcanzar su grandeza y así salvarse, este decidió aumentar el poder del alcance del hombre al esparcirlo por la tierra, sacándolo de su zona de confort y creando nuevos retos que no lo limitaran, pero sobre todo en su inmensa sabiduría éste creó el primer filtro para que la voluntad del hombre que es donde recae el poder de la humanidad tuviese limitantes.
La moraleja puede compararse con los poderes del Estado, como en cualquier otro ejercicio de poder, estos adquieren fortaleza a través de la voluntad de quienes la ejecutan y es esa ejecución donde se le deben agregar filtros, en la historia anterior Dios diversifica el uso de la discrecionalidad (potestad de la administración pública para tomar decisiones no contempladas en la normativa pero si atribuida por la Constitución) al agregar la barrera del idioma, para que el humano no pudiese incurrir en acciones que detonarán en usos excesivos y desmesurados de sus potestades administrativas, en este caso la construcción de la torre que supuestamente los auxiliaría de otra catástrofe, pero, que simplemente no los dejaría avanzar debido a que eliminaban con esto cualquier dificultad, por lo que se volvería a los mismos hábitos por los cuales en principio el diluvio fue causado.
Es por esta razón que se separan los poderes del Estado en tres, ejecutivo, judicial y legislativo, conformando un sistema de “pesos”y “contrapesos” que tratan de balancear la carga de poder, pero, sobre todo, para que que cada poder pueda vigilar o filtrar las acciones de los otros poderes entre sí y así poder limitar y controlar la ejecución libre y el poder de la administración y no permitiendo que ejecute de manera libre y sin supervisión.
En la actualidad vivimos en una especie de torre de babel, no porque no exista separación de poderes, concepto resguardado por la Carta Magna, sino porque dentro de la estructura de los poderes, existe una sola fuerza decisoria mayoritaria, esto es debido a circunstancias o hábitos históricos conocidos que aún nos persiguen como nación.
Si observamos, el poder legislativo pertenece en su mayoría a una sola facción partidaria tanto en su cámara alta (congreso) como en la cámara baja (senado). El poder judicial (sistema de justicia) por su lado, presenta independencia, pero, aun así, existen críticas a la selección de jueces que realiza el Consejo Nacional de la Magistratura (compuesto por el presidente de cada poder del Estado y sus organos correspondientes) y tomar decisiones que pueden llegar a ser cuestionables por miedo a recortes presupuestarios o imposiciones de líneas partidarias.
Como podemos deducir, todos hablan el mismo idioma y simplemente no existe una diversidad lo suficientemente imponente que pudiese parar la construcción de una nueva Babel, por ende, los filtros que están diseñados para poder observar, fiscalizar, evaluar y sancionar están hasta cierto punto encadenados a una zona de confort que no les permite realizar con objetividad sus funciones.
Esto para la democracia que es un sistema alimentado por la diversidad, es una quimera, puesto que los ciudadanos que pertenecen a este sistema pueden dudar de la efectividad del mismo. La primera duda que surge sobre un sistema unipartidista o que habla un solo idioma sería la impunidad que caracterizan sus acciones, puesto que de esta manera se ve comprometida la tarea fiscalizadora de los poderes del Estado frente al poder ejecutivo. Porque los intereses partidarios pesarán frente a la toma de decisiones que afecten a los partidos representado
Lo mencionado anteriormente debe ser reflexionado al momento de decidir si es viable o no seguir con una “sola lengua” construyendo nuestra propia Babel pensando que nos salvaremos de diluvios futuros y creyendo que el cambio es una dificultad, cuando lo más importante es representar a la nueva diversidad social que se han sumado a las ya reconocida en esta nueva etapa del acontecer nacional.
La historia, como este relato de la Biblia, nos muestra cómo las decisiones que son tomadas desde el temor a salir de nuestra zona de confort resultan ser poco sustentables para la humanidad. El concepto de las sociedades modernas debería de ser la apertura a nuevos retos y no a los mismos miedos, dando apertura a la proporcionalidad. Hablemos otro idioma.
César V. Polanco Reynoso
Lo que dice la gente