Carolina Mejía, quien se autodenominó como “la primera para la primada”—un eslogan que lamentablemente nunca despegó—fue una candidata que se presentó potable y jovial. Siempre se le vio sonriendo y bailando al ritmo de la música de fondo, aún sea desde la capota de una jeepeta bajo una lluvia torrencial. En todas sus apariciones saludó efusivamente a todos los presentes e hizo hincapié en conectar con cada persona de forma individual, llamando a los entrevistadores por su primer nombre, riéndose, utilizando una jerga coloquial, refiriéndose al ex-presidente Mejía como “papá” y a Rosa Gómez como “mamá” y haciendo anécdotas cada vez que podía sobre su vida personal. De esta forma Carolina apelaba a la fórmula de “hija, madre, esposa” que ella misma encarnaba.
Este uso de la familiaridad, de la ropa informal y de colores vibrantes creó una ilusión de cercanía que la acompañó durante todo el trayecto de campaña. Más allá de las apariencias, Carolina es una mujer católica y políticamente conservadora. Durante su campaña hizo alusión frecuente a Dios y a sus creencias religiosas como eje fundamental de su proyecto político. Defiende la vida, la familia, la continuidad de la gestión de David Collado, el orden y la honradez y las alianzas con el sector privado.
En principios de diciembre del año pasado Carolina Mejía se agregó a la carrera por la alcaldía del Distrito Nacional. Esta selección fue una gran sorpresa para una mayoría que esperaba la reelección de David Collado, y según reveló después, un asombro hasta para ella misma. Aunque no resultó obvio en su momento, la selección respondió a una lógica fácil de explicar. El liderazgo del PRM prefirió a Carolina—de entre otros posibles postulantes—para la alcaldía más crucial del país porque: 1) Santiago, la segunda ciudad en importancia era y continuaría—según todas las predicciones—siendo peledeísta y 2) ella es quizás la única y más importante bisagra entre las facciones de Hipólito Mejía y Luis Abinader, David Collado, el empresariado, la Iglesia y las bases populares del partido.
Carolina es una ficha clave del PRM. Desde su selección como vicepresidenta en los comicios del 2016 hasta hoy como representante de la alcaldía de la capital del país, ella ha demostrado ser mucho más que el producto de la política hereditaria dominicana. Ella hoy cosecha el trabajo arduo al cual se ha empeñado durante sus años como líder político del PRM, atrayendo al partido apoyos importantes como el de Hugo Beras quien dos semanas antes de las elecciones decidió pasar de contendiente a mano derecha de Carolina.
Como última en anunciarse como candidata a alcaldesa del Distrito Nacional y poco tiempo para demostrar su fuerza, convertirse en una contendiente seria y lograr catapultarse como ganadora, Carolina se sumergió en seguida junto a técnicos en municipalidad en la preparación de su oferta electoral. La prontitud de una candidatura que la tomó de asalto se demostró en el énfasis que hizo su campaña en marketing—con vallas gigantes, afiches, apariciones televisivas y radiales, mano a mano, caravanas, presencia en las redes sociales, etc—sobre un discurso realmente robusto y el sello distintivo plasmado en su propuesta.
En el tema del tránsito, el equipo de Carolina decidió adoptar una visión legalista y limitarse a decir que la alcaldía había sido despojada de esta competencia mediante la Ley 63-17 sobre transporte, por lo cual se requería de un “mesa de diálogo” que incluiría al INTRANT, DIGESSET y alcaldes de la Mancomunidad. Hablar de la necesidad de dialogar y no adelantar, por ejemplo, cuáles propuestas específicas propondría en la mesa amplia sobre tránsito—además de un circuito de parqueos que no resolvería el impase que existe hoy en día—es lastimosamente el gran talón de Aquiles del proyecto de Carolina Mejía. Sin embargo, a pesar de que en la problemática que más preocupa a los capitaleños no dijo nada concreto, gracias quizás a su encanto, elocuencia y la seguridad que transmite hacia su propuesta esto pasó por desapercibido.
¿La seguridad ciudadana? Se le escuchó diciendo que tampoco es competencia directa de la alcaldía sino del gobierno central pero que desde la alcaldía se agregarían más cámaras de seguridad conectadas al 911 y Policía Nacional. Y así, ante el bombardeo de preguntas, Carolina hizo en muchos casos recurso al arte de evadir y salir airosa.
Donde sus propuestas demostraron mayor fuerza fue en los temas de: creación de delegaciones municipales (alcaldías menores) desde donde ella promete asistir a las mujeres víctimas de violencia doméstica y estar en mayor contacto con los munícipes, aplicación para teléfonos móviles para acceder a los servicios de la alcaldía, programa piloto de clasificación de residuos sólidos y la priorización de la reconstrucción de aceras pensadas en personas con discapacidad.
Por igual, uno de los temas claves a resaltar sobre la futura alcaldesa es su compromiso con la transparencia y la lucha contra la corruptela imperante. De esto nos dio un primer vistazo cuando se opuso a que el partido al cual ella pertenece firmara una alianza parcial con La Fuerza del Pueblo y su líder Leonel Fernández. A pesar de que el liderazgo político del PRM siguió adelante con esa decisión, Carolina se mantuvo siempre coherente en su postura de que le preocupaba que “algunas personas que participan de estos pactos y/o alianzas sean las mismas que han tenido gran parte de la responsabilidad del grave deterioro que vive nuestra institucionalidad democrática, de la corrupción, impunidad e intervención dolosa en los diferentes poderes del Estado”. En estos momentos donde se necesitan más rebeldías al status quo partidocrático, reconocemos y aplaudimos este tipo de acciones.
Ante su reciente victoria como primera mujer alcaldesa del Distrito, Carolina deja muchas cuestionantes que solo podremos responder como testigos de la práctica en el ejercicio político que llevará a cabo: ¿Veremos realmente una nueva era en el gobierno local capitaleño? Cuando hayan diferencias entre las líneas partidarias y sus promesas de campaña, ¿afirmará y defenderá sus convicciones?¿Tendremos una alcaldía sumisa al poder empresarial o una imparcial y justa? ¿Dejará atrás el lema ‘Sigamos por buen camino’ y lo reemplazará por una marca más auténtica a la par del rol histórico que desempeña? Esto está en veremos.
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