Muchas veces nos olvidamos que las personas que trabajan en el mundo del entretenimiento son seres humanos, que tienen una vida privada, sentimientos y que también se equivocan. Podemos o no estar de acuerdo, pero tienen una historia que contar y nosotros elegimos si queremos escucharlos o no.
Les exigimos constantemente que nos entretengan, que nos inspiren a ser mejores personas y que también nos eduquen…pero ¿es su rol educarnos? ¿Es su rol cuidarnos?
No es la primera vez que vemos a un artista hacer una labor social a favor de grupos con precariedades. Pero sí es raro ver artistas que se preocupen por grupos que están en lo más bajo de la pirámide social. Grupos rechazados, discriminados, cuyos derechos han sido negados… olvidados.
Hace unas semanas, la artista urbana Tokischa Altagracia Peralta, volvió a sonar, pero esta vez, a través de un encuentro con representantes de la comunidad de trabajadoras sexuales del país en el día de San Valentín. Les llevó flores, bombones y dinero. Hablaron de las necesidades que tienen y de los derechos que no tienen.
Las visibilizó. Les ofreció un espacio para que puedan mostrarse más allá de una etiqueta y por un día, sentir que son ciudadanas de República Dominicana.
En enero, visitó a las presas de la cárcel Najayo Mujeres, a quienes calificó como “poderosas y luchadoras” en una emotiva carta de inspiración escrita por ella misma.
Ha demostrado su apoyo a la comunidad LGTBQ+, trata temas tabú (que nadie quiere hablar pero que todos sabemos que existen) y también representa a una mujer empoderada de su sexualidad, que la vive con una libertad que no está aprobada por el status quo.
La cantante Rosalía, la describió de la siguiente manera: “una mujer llena de fuerza, una mujer clave y necesaria, alguien que no encaja en ningún canon, pero que por su aclamo de libertad nos representa a todas”.
Nos guste o no, Tokischa está rompiendo con el tipo de solidaridad que esperamos de los artistas. Su apuesta, es recordarle al Estado que hay grupos invisibilizados. Grupos a los que se les niegan derechos porque no se ajustan al modelo social hegemónico.
“La música, en tanto que manifestación artística, es un reflejo de la sociedad, y debe ser juzgada en su contexto. La gente no se vuelve misógina porque lo escuchó en una canción, más bien esas letras ofensivas contra las mujeres son un reflejo del entorno. Para cambiar las letras misóginas hay que trabajar de manera integral para acabar con el sexismo. No basta con cambiar la música de fondo.”
Catalina Navarro. Periodista y activista feminista.
La “Toki” es un ejemplo más de lo diversa que es República Dominicana. En una sociedad llena de matices, ella evidencia aún más las diferencias que tenemos. Pero entonces, ¿por qué incomodan tanto estas diferencias? Tokischa, sabe lo que es ser una persona olvidada. Ella ha logrado salir de República Dominicana para encontrarse con otras realidades que la aceptan tal como es y regresa para solidarizarse con otras personas que son como ella. Lo suyo es un testimonio más de resiliencia, exilio cultural y empoderamiento femenino. Tokischa le sube el volumen a ese "lado B" que muchas personas no quieren escuchar.
Lo que dice la gente