
La calidad de la justicia puede medirse por la forma en que se eligen las personas encargadas de impartirla. En nuestro país, existen muchas oportunidades para el fortalecimiento institucional en los procesos de selección de juezas y jueces de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), del Tribunal Constitucional y del Tribunal Superior Electoral, siendo una de estas el establecimiento de criterios claros -que sean conocidos por la ciudadanía- para la formulación de preguntas en las entrevistas a las personas postulantes.
Una guía de criterios para la formulación de preguntas es una herramienta esencial para garantizar la transparencia en la labor del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). La ausencia de estos al hacer preguntas a las personas entrevistadas, muchas veces refleja intereses personales y políticos que les colocan en situación de desigualdad. Ejemplos de estos los vimos en la evaluación pública hecha en 2019 a Miriam Germán Brito, quien aspiraba a permanecer en la función de jueza de la SCJ, y uno de los consejeros intentó humillarla y socavar su dignidad públicamente. Otro ejemplo lo observamos cuando algunas personas aspirantes presentan su afiliación religiosa, apostando a que esto les garantiza un espacio en una de las altas cortes.
Una guía estructurada de entrevistas permitiría que todas las personas postulantes se evalúen con la misma vara; es decir, que el escrutinio de la entrevista se realizaría en igualdad de condiciones, apostando a identificar su conocimiento jurídico, su integridad ética, sus niveles de independencia, su trayectoria y su compromiso con los derechos humanos. Una entrevista bien diseñada evaluaría la capacidad de razonamiento, el criterio judicial, la conciencia y el compromiso con la justicia de quienes aspiran a ocupar cargos de tanta responsabilidad.
La entrevista no debería consistir en un concurso de memoria. Memorizar no nos garantiza la idoneidad de las personas operadoras de justicia. Las preguntas adecuadas permiten explorar valores necesarios para el cargo, como son la independencia, la imparcialidad, la sensibilidad humana y la comprensión de la libertad, la dignidad y la igualdad como principios en los que se sustenta la vida democrática del Estado y que son esenciales al administrar justicia.
Y claro, una guía de tal naturaleza debe incorporar en su diseño la perspectiva de género, una herramienta esencial para identificar las desigualdades, así como para evitar la injusticia, la discriminación y los odiosos estereotipos de género que con frecuencia identificamos en las evaluaciones que históricamente ha hecho el CNM. Ejemplo de esto lo vemos cuando a las mujeres postulantes se les hace con mayor frecuencia que a los hombres preguntas relativas a su postura sobre los derechos sexuales y reproductivos. También es importante identificar, al hacer las preguntas, que las personas evaluadas conocen esta herramienta. Es elemental contar con operadores del sistema de justicia que no repliquen las actitudes discriminatorias que suelen trasladarse a las decisiones judiciales.
En fin, el establecimiento de guías de entrevistas con criterios definidos, fortalece la confianza de la ciudadanía en la labor de las personas que integran las altas cortes, tanto como en el proceso mismo de selección de sus juezas y jueces, a cargo del CNM, enviando un claro mensaje de transparencia, de valor ético, de capacidad técnica y de sensibilidad humana. Así, preguntar bien se convierte, en sí mismo, en un acto de justicia.
Lo que dice la gente