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¿Está en riesgo la democracia en la República Dominicana? 

¿Está en riesgo la democracia en la República Dominicana? 

Según los resultados de la Encuesta Gallup, el 48% de los dominicanos encuestados expresó que no le importa el tipo de gobierno ante un 37% que estuvo de acuerdo con que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno.

Estos no son números para tomarlos a la ligera observando la tendencia de otros sistemas de gobierno en latinoamérica. Es un termómetro. 

Uno de los mayores riesgos de esta indiferencia  es el fortalecimiento de otros tipos de sistemas de gobierno, como la dictadura o el autoritarismo. Además, puede llevar a la aceptación de medidas antidemocráticas en momentos de crisis o inestabilidad. Sin embargo, sería reduccionista culpar solo a la indiferencia ciudadana por este fenómeno. También se debe tener en cuenta la responsabilidad de los gobiernos, ya que la falta de atención a las necesidades básicas de la sociedad dominicana puede llevar a la pérdida de confianza en las instituciones democráticas y a una creciente insatisfacción con el sistema de gobierno.

Es importante destacar que la relación entre la democracia y el bienestar de la sociedad es compleja y multifacética. La democracia no es solo un sistema político, sino también una forma de vida que se basa en valores y principios fundamentales como la libertad, la igualdad y la justicia. Si la democracia no está funcionando para satisfacer las necesidades de la sociedad, es importante que se tomen medidas para mejorarla y hacerla más eficiente y eficaz.

La falta de participación ciudadana es en gran parte el resultado de la percepción generalizada de que la democracia no está funcionando para satisfacer las necesidades de la sociedad.

A medida que crece la indiferencia hacia el tipo de gobierno, la República Dominicana corre el riesgo de crear un entorno propicio para el surgimiento de sistemas no democráticos. La ausencia de una fuerte demanda pública de gobernanza democrática puede envalentonar a líderes autoritarios, o mesiánicos, que prometen estabilidad, ley y orden o prosperidad económica, incluso si esto implica sacrificar las libertades individuales y los valores democráticos. En una sociedad donde la mayoría no se preocupa por el tipo de gobierno, es más fácil para las fuerzas antidemocráticas tomar el poder y socavar las instituciones democráticas.

Durante las últimas dos décadas, el retroceso democrático se ha convertido en una tendencia en la política mundial. Sin embargo, a pesar de la amplia atención prestada al fenómeno, sorprendentemente hay poco consenso sobre qué lo impulsa. Las explicaciones más comunes ofrecidas por los analistas, que van desde el papel de Rusia y China y las tecnologías disruptivas hasta el auge del populismo, la propagación de la polarización política y el fracaso de las democracias para cumplir con sus objetivos, no son suficientes cuando se evalúan en una amplia variedad de casos.

La democracia, al menos la democracia liberal, implica tanto que el bando ganador debe tener permiso para gobernar como que se deben respetar los derechos del bando perdedor. A veces, ambos aspectos entran en tensión. Para el partido en el poder, la democracia se convierte en una justificación para la coerción estatal; para el partido fuera del poder, justifica la resistencia al gobierno. Eso puede aumentar la percepción de que la democracia está en crisis, incluso cuando el compromiso del público con la democracia sigue siendo fuerte.

En su libro "El fin de la historia y el último hombre" (1992), Fukuyama argumentó que la democracia liberal, como forma de gobierno, había triunfado sobre otras ideologías políticas y económicas. Según Fukuyama, la caída del comunismo en Europa del Este y la Unión Soviética simbolizaba el fin de la lucha histórica de la humanidad por encontrar la mejor forma de gobierno.

Fukuyama sostiene que la democracia liberal, combinada con la economía de mercado capitalista, proporcionaba la mejor garantía para el respeto de los derechos humanos y la libertad individual. Él afirmaba que, con el tiempo, la democracia liberal se convertiría en el sistema de gobierno dominante en todo el mundo. La creciente desigualdad económica, el auge del populismo, el resurgimiento del autoritarismo y la erosión de las normas democráticas en muchas partes del mundo sugieren que la democracia liberal no es tan inevitable ni tan estable como Fukuyama predijo inicialmente.

Aunque es difícil afirmar de manera definitiva que la democracia está en declive en la República Dominicana, la indiferencia generalizada hacia el tipo de gobierno es, sin duda, preocupante. 

La falta de compromiso con los principios democráticos puede crear un terreno fértil para la erosión de las instituciones democráticas, lo que finalmente lleva a debilitar el sistema democrático. 

Sin embargo, es esencial no perder la esperanza. La opinión pública puede cambiar y, a través de un mayor compromiso político y educación, la República Dominicana podría llegar a ver un renovado compromiso con la gobernanza democrática.

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