La Zona Colonial ha sido tomada, por lo que tenemos el deber de fortificar nuevamente la ciudad amurallada. Debemos con urgencia rehabilitar la Puerta del Conde y de la Misericordia como únicos accesos. Habilitar permisos de entrada como si fuera Casa de Campo u otra Comunidad Cerrada. Han llegado ellos, y en nada nos puede proteger la Fortaleza Ozama, pues invaden desde dentro.
Armados con su dembow, tiktok, alcohol y algunos con estupefacientes celebraron sin aviso, sin carnaval, sin año nuevo, sin siquiera un triunfo del Licey para justificarse. Se desataron los demonios del Halloween. De los que ya nos habían advertido los evangélicos para octubre.
“Los incivilizados”, “la turba”, “los ninis”, “los vapers”… se adentraron en la Zona Colonial como si fuera suya. Dicen que algunos buscaban 200 mil pesos, otros bailar sobre autos y balcones ajenos. Fuenteovejuna sin comendadores que ajusticiar. Tomaron las calles, a pesar de las amplias aceras. Ante los limitados espacios públicos en sus sectores, todo lo volvieron espacio público en este. Todo era algarabía y chercha hasta que alguno disparó al cielo, emocionado quizás al verlo tan claro, despejado de postes de luz y con cables de telecomunicaciones y energía soterrados.
Vencieron el legado colonial, atemorizaron extranjeros, y ante la belleza colonial olvidaron que también era una zona residencial. Por unas horas, la ausencia de autoridad los hizo propietarios de uno de los más costosos metrajes de la ciudad. De las decenas de millones de dólares que los dominicanos hemos comprometido en su mejora a través de préstamos.
No obstante, ante la falta de instrucción, no supieron qué hacer con ella. Se limitaron a rendirle tributo a la intoxicación y el caos, donde poco o nada germina. Por una noche, la muchachada nos obligó a ver hacia su sendero de evasión y fiesta, de dispersión intelectual y de irresponsabilidad. Por una noche, abrieron nuestros ojos, quizás pidiendo algo más que la exclusión que recibirán. Pareciendo todo un mensaje moderno que alegraría al poeta Hector Incháustegui Cabral, quién en su "Canto Triste a la Patria Bien Amada", escribía:
"a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados
y llevarle por extraviadas sendas,
por los ranchos,
por las cuevas infectas
y por las fiestas malditas de los hombres…"Eso era en 1940 y la miseria ha variado en su oficio. Por eso en estos días Patria, andamos incómodos y temerosos del pasado 28 de octubre y de algún día parecido que se avecine, cargando con ese recuerdo leve, ya leve, de un "paisaje movedizo, visto desde un auto veloz".
Lo que dice la gente