Por Franiel Genao
Es poco común, fuera del intervalo que produce la intensidad de las campañas electorales, la mención de las palabras política, políticos o partidos políticos en las conversaciones cotidianas que tiene la gente sobre aquellos asuntos que se suponen les afectan e importan. Y cuando éstas se cuelan en el debate, se les llena de significados negativos que varían en la denominación y el alcance según la posición socioeconómica de quienes protagonicen el diálogo.
Estos significados negativos que me gustaría reducir en la frase “los malditos partidos políticos” no son vacíos, son el producto de la creciente mercantilización del ejercicio político, las prácticas autoritarias a lo interno de estas organizaciones y el vaciamiento de contenido de una de la instituciones más importante para el sistema democratico. Fenómenos que se dan en el marco de la época neoliberal en la que vivimos donde hasta la participación en lo público, en lo que se supone ser colectivo ha tomando el camino de lo individual o privado.
Los partidos políticos están llamados a ser en el sentido moderno agrupaciones de hombres y mujeres que comparten una visión común de la realidad; de los problemas de vivir en sociedad y de cómo afrontarlos de la mejor manera posible en el ahora y el después.
Hoy estos espacios, al menos en el campo de partidos mayoritarios y sus satélites, se han convertido en redes o carteles de grupos de intereses en pro del control del aparato gubernamental bajo el único propósito de ver quien gestiona por más tiempo el presupuesto nacional, con unas cuantas excepciones individuales, que no representan y carece de fuerza dentro de esos espacios de naturaleza corporativa.
La gestión del Estado, en especial, el papel que deben jugar el Congreso Nacional en las dos cámaras que lo componen, como el Poder Ejecutivo, es el de la gestión del futuro, es el de la gestión que debate, construye y legitima soluciones para reducir o conciliar el conflicto permanente que es la articulación de los seres humanos en sociedades cada vez más complejas. Y para eso se requiere de hombres y mujeres de ideas compartidas, de vocación de servicio y de sentido de cuerpo colectivo.
Esa construcción de sentido cuerpo, de ideas compartidas y afianzamiento de la vocación de servicio, solo se puede hacer a través de los partidos políticos, cuando funciona como verdaderos dispositivos en movimiento para y con lo colectivo, y no son solo como plataformas para presentar candidaturas y permitir el acceso a puestos gubernamentales de elección popular o no.
La primera tarea es fortalecer los partidos políticos que genuinamente asumen el ejercicio político con el compromiso, las manos y los ojos puestos en el presente, pero sin olvidar el horizonte donde debemos llegar para convertirnos en una república verdaderamente democrática, digna, justa y equitativa con todos y todas.
EXCCELENTE!! SIMPLEMENTE EXCELENTE REFLEXION..!!