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Ramona

Ramona

¿Cómo es ser niña, adolescente y mujer en República Dominicana? La maternidad no buscada, el embarazo adolescente, las uniones tempranas y otras formas de violencia machista, están tan normalizadas que ya forman parte del decorado de esa película llamada República Dominicana. Un país que, según el discurso oficialista, es un “milagro económico”, pero que contiene grandes “sin embargos”, silencios y omisiones. 

Intentar representar esta realidad desde la ficción sería un esfuerzo banal, tan banal como el cine que solo te entretiene de esa película llamada República Dominicana. Hacen falta muchos guionistas para escribir la historia de una niña o adolescente embarazada en República Dominicana y muchas actrices para interpretarla, porque retratar con fidelidad todas las capas de la violencia que sufren las niñas, adolescentes y mujeres en nuestro país es un desafío colosal. Porque los matices de la reproducción de esta violencia a veces son invisibles y estamos tan acostumbrados a ellos que hasta los lectores más agudos de la realidad corren el riesgo de no verlos. ¿Y qué es el cine sino una forma de enseñarnos a ver estas omisiones y a escuchar estos silencios? 

En el largometraje Ramona, Victoria Linares, directora y Camila Santana, actriz principal, se embarcan en el desafío de poder representar la realidad de las niñas y adolescentes dominicanas embarazadas, sin convertir esto en un espectáculo, sin deformarlo para el consumo pasivo. Victoria Linares y Camila Santana van descubriendo junto al espectador cómo viven y crecen las Ramonas a nuestro alrededor. Ellas saben que vienen de lugares distintos a pesar de vivir en el mismo país que Ramona, porque así es esta película llamada República Dominicana: se cambia de un set a otro con pocos pasos. 

Ramona tuvo que criar a sus hermanos menores y probablemente sufrió abuso de sus hermanos mayores o padre, Ramona tuvo que dejar de ser niña pero aún guarda sus juguetes, Ramona fue “comprada” por un extraño de mayor edad, Ramona fue engañada, abusada y abandonada. Ramona, a pesar de todo esto, puede encontrar espacios de distensión, compañía y risas, al lado de otras Ramonas. Ramona aún tiene la capacidad de soñar y de salirse de su realidad para intentar romper con el ciclo para que su hija no sea otra Ramona. 

¿Y cómo una actriz puede representar una experiencia que le es tan ajena, como el embarazo de una adolescente que vive en la pobreza? Esa es una de las tensiones de la película que su directora y actriz principal se proponen resolver conviviendo junto a las Ramonas de los barrios más vulnerables de República Dominicana, esos lugares que hoy se han convertido en el fetiche de artistas internacionales y hasta son vistos como potencial atractivo turístico para una clase política que prefiere explotar y no resolver las carencias con las que se sobrevive en estos barrios. 

Esa es la importancia y la urgencia de esta película, por eso las Victorias, las Camilas y las cineastas que han venido retratando la experiencia de ser niña, adolescente y mujer en nuestro país sin la intención de entretenernos son necesarias. Esta mirada y sensibilidad que tienen cineastas y artistas como Victoria y Camila, la necesitamos en nuestros tomadores de decisión. Porque esta película llamada República Dominicana se sostiene sobre la base de la desigualdad y vulneración de derechos. 

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