Por Paola Tejeda
Nos preguntaban por mensajes directos, comentarios y WhatsApp, “¿qué pasó con José Horacio?”. La gente que fue a votarlo, estaba pendiente de su voto y de su candidato como si fuera el último episodio de una serie de televisión. Sabían que su voto era vulnerable frente al voto depositado a los candidatos con estructuras robustas, que se han perpetuado por años en el poder. Sabían que el hecho de que José venciera esa barrera era un mensaje: por fin íbamos a llegar, una candidatura ciudadana, sin inversión publicitaria masiva, sin grandes donantes, sin vínculos a jerarcas políticos. Por fin llegaría al congreso uno como nosotros, pero cuando justo iba a llegar, ¿qué pasa que no anuncian a los diputados electos?, ¿qué es el método D’Hondt?, ¿qué está pasando en la Junta Electoral del Distrito Nacional?
Es la psiquis del fraude construida a través de los años por el accionar de la mala política, es el descreimiento en nuestras instituciones, lo que nos hace preguntarnos qué pasó con José Horacio.
Pero José Horacio ya había superado el umbral no solo de las estructuras partidarias grandes, sino de la cantidad de votos. Recibió más votos que los candidatos más publicitados de los otros partidos, algunos de los que hoy también compartirán hemiciclo con él. Eso pasó con José Horacio: llegó al congreso, y llegó a puro discurso, llegó con sus ideas, su carisma, su candidez; luchando en medio de una campaña atípica que pudo superar los límites que generaron las políticas de distanciamiento social por el COVID-19, sin portadas falsas, comerciales de televisión ni asistencialismo, pero con mucho contenido: hablando de las deudas medioambientales y de las deudas de derechos humanos, con trabajo incansable y posiciones valientes de temas que otros prefieren obviar para evitar los costos políticos que estos conllevan.
Y no llegó solo, lo hizo con la colaboración de un grupo de ciudadanos llamados “Guardianes de la Democracia” preparados para defender el voto no solo de él sino de todos los candidatos, que lucharon contra el cansancio que procuraban imponer los delegados de partidos mayoritarios que no se conformaron con la representación que obtuvieron, querían más. Lo hizo también con los ciudadanos que le hicieron una contribución económica mensualmente para que no se tuviese que comprometer con intereses corporativos de otra índole para costear su campaña. Lo hizo con los voluntarios que lo ayudaron a regar la voz de esta candidatura ciudadana que sería la única de un partido pequeño sin alianzas que llegaría, por primera vez en la historia, al Congreso Nacional ¿Qué pasó con José Horacio? Nos dio una lección: sí hay relevo, sí se puede hacer política de forma transparente, sí se puede hacer sin ser un heredero político, sí se puede hablar abiertamente de esos temas “tabúes” que otros temen, sí existen políticos con buenas intenciones, sí podemos hacerlo de forma digna, sí podemos llegar.
Excelente artículo Paola! Gracias!!
Es un gran alivio tener la oportunidad de ver jóvenes ingresando a la política con intenciones claras de no ir a una posición a "Buscarse lo suyo" como hemos visto a lo largo del tiempo. Felicidades para Horacio y todo el equipo de jóvenes que le ha acompañado, necesitamos que se amplíe esta forma de hacer política para que nuestro país cambie de rumbo a un mejor futuro…
Que belleza de artículo! Gracias a José Horacio y su equipo por vuestra entrega y dedicación a hacer las cosas bien hechas! Éxitos!!!
Se me aguaron los ojos! Así fue, tal cual💪🏽