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Conoce a Porfirio Báez, un dominicano que es el final

Conoce a Porfirio Báez, un dominicano que es el final

Porfirio Báez resultó ganador del 2do premio en el concurso “Nomina a esa persona que en tu comunidad es El Final” convocado por Altice. Es el fundador de la primera fábrica de envases desechables 100% biodegradables y naturales del país. Planea utilizar el premio metálico de 300,000 pesos para continuar mejorando las capacidades internas de su empresa.

Nació en Santo Domingo en el 1988, creció en una familia de emprendedores y estudió Ingeniera Industrial en la PUCMM pensando en cómo evolucionar el negocio familiar. En la universidad, su idea fue tomando forma, hasta que cursando sus últimos dos años de carrera, decidió que ese cambio de modelo debía impactar positivamente su entorno.

Así nace el concepto de Green Depot en el 2010, como un proyecto dentro del negocio de su familia para importar y vender en el mercado local productos 100% ecológicos de consumo masivo. En el 2011, Green Depot inició sus operaciones. Durante 5 años, vendieron más de 7 millones de artículos ecológicos solo en el Distrito Nacional. Sin embargo, había algo que inquietaba a Porfirio: su objetivo ecológico. Es cierto que importando productos de materia prima noble, degradables y compostables, sustituían otros cuya materia prima derivada del plástico, petróleo, entre otros contaminantes. Pero también era cierto que esto no era suficiente debido a la huella de carbono que producían las importaciones. Al hacer una evaluación, entendieron que el mercado había evolucionado y que República Dominicana demandaba productos ecológicos, también entendieron que la mejor forma de generar mayor impacto ecológico era fabricarlos localmente.

Fue así cómo, en el 2016, tras largos debates y estudios, decidieron dejar de importar y cambiar el modelo de negocio. Agotaron el inventario de productos importados y empezaron a fabricar localmente envases desechables con una materia prima que todos los dominicanos conocemos popularmente: la Yagua. 

La palma caída o “Yagua”, les parecía perfecta como materia prima de productos desechables debido a que nuestro país cuenta con cantidades suficientes para hacer un desarrollo industrial. Identificaron comunidades en Higüey, Monte Plata, San Cristóbal, Santo Domingo y Puerto Plata con una cantidad suficiente para que haya una recolección sostenida, es decir, que en el transcurso de 1 a 3 horas, se puedan recoger entre 200 y 300 yaguas.

La recolección de Yaguas beneficia a estas comunidades de múltiples maneras, debido a que estas, al caer, por su forma cóncava, acumulan agua y generan vectores como Dengue y Chikungunya, es por esto que generalmente las personas que habitan cerca de estos cúmulos de desechos se eliminan utilizando la quema, provocando otro posible riesgo a su salud. En cambio, al ser recolectadas para ser utilizadas como materia prima, las personas de estas comunidades no solo eliminan esos elementos que ponen en riesgo su salud, sino que también generan ingresos económicos.

Como emprendedor, no todo ha sido sencillo. Hay muchas barreras que hay que romper, empezando por los recursos económicos, la investigación y el desarrollo. “Ha sido todo un proceso lograr recoger las palmas, lograr hacer que las comunidades entiendan que eso que antes era un desecho no es solo basura, sino un artículo para sobrevivir y mejorar su estilo de vida”. Sin embargo, todo el esfuerzo cobra sentido cuando Porfirio ve cómo esa población vulnerable que vive cerca de estos cúmulos de palma caída empiezan a cambiar su estilo de vida con los ingresos que reciben como recolectores.

Hay otros retos a los que Porfirio se enfrenta, que tienen que ver con el cambio climático: “El manejo de la materia prima también ha sido un reto, está muy ligado al cambio climático, las lluvias, si llueve mucho se dificulta la recolección, porque uno de los proceso principales es el secado de la Yagua. Nosotros los secamos al sol, pero desde que hay lluvia, ese proceso se frena”.

A corto plazo, planea mejorar esto, garantizar su proceso de recogida y de procesamiento de materia prima, adicionar un horno que les permita secar de manera sostenida independientemente del clima su materia prima y seguir desarrollando nuevos puntos de recolección y de siembra, para finalmente lograr entrar en otros mercados. Utilizará los fondos que ganó con Altice como capital para mejorar estas capacidades internas.

Green Depot ha rendido frutos no solo para las comunidades y para su equipo, sino para el país, debido a que son la primera industria en el país que tiene certificación B-Corp, la más alta condecoración que se le hace a las empresas de triple impacto, es decir, empresas que cuidan al medioambiente, a la sociedad y generan recursos. Eso los ha llevado a ser referentes a nivel mundial, este año también ganaron un reconocimiento dentro de las 500 empresas en todo el mundo con mayor impacto ambiental dentro de la evaluación que hacen ellos. “Para nosotros es un orgullo traer esa certificación al país”. 

¿Qué le dice Porfirio a otros emprendedores y emprendedoras dominicanas? “A los emprendedores que están trillando su camino, lo importante es que elijan una razón y un por qué están haciendo lo que hacen, que se enamoren de eso y que estén convencidos de que lo que están haciendo es para el mejoramiento de su país y la comunidad, los momentos difíciles vienen y solamente esa pasión, solamente ese convencimiento de que lo que estás haciendo está por encima de esa dificultad, es lo que va a mantenerlos en camino”. Definitivamente, Porfirio es el final. 

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