Para serles honesta queridos lectores, he pensado mucho en escribir sobre esto, porque creo que estas dos personas lo han dicho todo. Me refiero a la pareja que forman el productor José Llano y el Dr. Jesús Abreu, pero también, por las demás personas que sufren las consecuencias de vivir en una sociedad conservadora e hipócrita y en un Estado que históricamente les ha negado sus derechos.
Gracias a las redes sociales y quienes fueron invitados, muchos vimos las imágenes de una boda bellísima de dos personas exitosas, que a pesar del contexto y lo que implica amar o sentirse atraído o atraída por una persona de su mismo sexo, han luchado para construirse como familia.
Se casaron en Zaragoza, España, donde las condiciones sí están dadas, ambos entes productivos que gozan de respeto y trayectoria en sus respectivas áreas de trabajo.
Cuando vi el video de su baile en la celebración de su boda recordé una noche en la que estaba celebrando con mis amigos una ocasión especial y al día siguiente conversaba con mi pareja de entonces lo difícil que tenía que ser para una pareja de gay no poder bailar libremente en público como lo hice yo, alguien que disfruta mucho bailar, sobre todo con la persona que quiero.
También el acoso callejero que muchas veces he presenciado cuando ando con mis amigos, apodos despectivos, el rechazo, las propuestas “indecorosas”, actitudes homofóbicas en centros de salud y destacamento policiales y otras faltas de respeto y vulneración de sus derechos.
A partir de esa reflexión me cuestionaba entonces cómo lidiar con limitaciones aún más retadoras como vivir con miedo; no tener acceso a trabajo fuera de los estereotipos que son normalmente aceptados, dígase; moda, farándula o belleza. Cómo gestionar los temas legales como un patrimonio mutuo, inversiones como pareja o un asunto médico de emergencia o un proceso de adopción, garantías a las que sí tenemos acceso las parejas heterosexuales.
Esto se agudiza si, encima de todo lo antes mencionado, vives en la pobreza, porque si es difícil y agotador todo el papeleo para quienes tienen acceso a recursos y han recurrido a mecanismos jurídicos para legalmente ser lo más parecido a un matrimonio, imagínense para quien no tiene los recursos.
Pero a todo esto ¿cuál es el papel del Estado? y ¿qué está haciendo para cambiarlo? la verdad es que las respuestas no son muy alentadoras, porque el principio de igualdad consagrado en nuestra constitución es un trozo de líneas que no se aplican.
Con este artículo no busco aprobación ni discusiones basadas imposiciones y creencias religiosas, tampoco convencer a nadie, estoy clara y segura del lado de la acera por donde camino, simplemente no puedo quedarme callada ante una ola de titulares y comentarios de odio sin sentido que muchas veces vienen de quienes no se atreven a decir abiertamente lo que se sienten y son realmente. Se han visto muchos casos.
En este sentido, me molesta profundamente la hipocresía de una sociedad que es conservadora en sus discursos y bastante “libertina” en sus prácticas. La misma sociedad que les manda a irse del país, pero también le molesta si se casan en el extrajero.
Me pregunto hasta cuándo veré a mis amigos y amigas en esa dinámica y a cuántas personas más tendré que ver irse de su país para poder vivir y amar libremente. Eso me duele.
Cierro este desahogo expresando mis mejores deseos a José y Jesús, que luego de casi 20 años de relación siguen eligiendo, por ser valientes, por demostrar que si se puede y que donde hay amor hay familia.
Lo que dice la gente