
En la República Dominicana un proceso tan natural como lo es menstruar puede significar para muchas niñas y adolescentes una reducción de oportunidades, pues no están en igualdad de condiciones que sus pares. En la Escuela Fundación Trópico, en Santo Domingo Norte, donde profesores reportan un “gran ausentismo” de las estudiantes de secundaria cada mes al menstruar, relatan cómo las niñas tienden a faltar hasta 5 días al mes por este motivo según un reporte realizado por el Diario Libre. Una de las madres explicó que “no tenían recursos, porque son tres niñas y además tiene una hija adulta que también tiene una niña; entonces son muchas hembras en la casa con limitados recursos para sustentar ese gasto mensual”.
Un estudio realizado en Monte Plata en 2021 por Batey Relief Alliance arrojó como resultado que unas 53.3% de las niñas encuestadas no tenían acceso a toallas sanitarias cuando las necesitan y un 63.6% reportó que es difícil encontrar productos de gestión menstrual, impactando negativamente su asistencia pues durante el mes al menos el 20% pierde entre dos y tres días de clases, y un 4.6% falta cuatro días o más a la escuela. Si bien estos datos pudieran verse como aislados la verdad es que en Boca Chica ocurre algo similar. Las estudiantes del Liceo Francisco del Rosario Sánchez y Escuela Prof. Eladio Antonio Aquino Rojas de Boca Chica participaron en un estudio realizado por UNIBE en el 2023 que señala que el 63.4% de las encuestadas se ausenta a clases por motivos de la menstruación. Del total de las que se ausenta a clases un 67.3% se ausenta de 1-2 días, un 11.5% de 2-3 días, y un 9.6 % de 4-5 días. Al indagar sobre cuán accesibles les resulta obtener productos de gestión menstrual un 22.4% indicó que se les dificulta obtenerlos al momento de necesitarlos, un 43.4% reportó que a veces, y un 34.3% registró que no se le dificulta.
Estos tres territorios ubicados en localidades distintas reflejan una necesidad palpable que ocurre en muchas escuelas de nuestro país. El acceso a productos de gestión menstrual se vuelve un privilegio en contextos de vulnerabilidad y empobrecimiento, repercutiendo directamente sobre el derecho a la educación de las niñas y adolescentes. Cuando no hay poder adquisitivo para comprar la cantidad de toallas sanitarias, el producto de gestión menstrual más utilizado, que se puede utilizar en un día, se debe recurrir a prácticas alternativas no higiénicas cómo utilizar una toalla sanitaria por más tiempo del recomendado y/o utilizar trapos que no te permiten realizar tus actividades diarias como asistir a la escuela, teniendo repercusiones hasta en la salud de las adolescentes pues incrementa el riesgo de padecer infecciones vaginales.
Diversas organizaciones han intentado mitigar esta problemática en los territorios, desde enseñar a las adolescentes a fabricar toallas sanitarias reutilizables con material de microfibra, hasta realizar operativos constantes de donación de toallas sanitarias y copas menstruales que son un producto de gestión menstrual de mayor duración y reutilizables. Estos esfuerzos individuales no son suficientes, pues es necesario que desde el Estado la mirada a la salud menstrual sea distinta, que los productos de gestión menstrual sean incluidos como productos de primera necesidad en la canasta familiar exentos de impuestos, pues menstruar no es opcional. Pese a que han surgido diversas iniciativas legislativas al respecto, aún no cuentan con el consenso necesario para ser aprobadas por nuestros legisladores. De la misma manera, los centros educativos pudieran proporcionar dispensadores de toallas sanitarias en el plantel escolar para garantizar que las niñas y adolescentes tengan acceso a insumos de gestión menstrual, pues el absentismo escolar es un agravante para la deserción que perpetúa el ciclo de la pobreza.
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